03 abril 2007

Pascua


La palabra Pascua puede tener su raíz en pas que es paso y acua que significa agua, la transumancia del pueblo hebreo a Egipto, también el paso del pecado a la depuración de él mediante el bautismo por agua, que luego con el filtro árabe paso a ser óleo o aceite.
Estamos en Pascua, en el tiempo de la resurrección de Jesús al tercer día, que es el paso a la vida eterna, en el cielo suenan trompetas celestiales de Haendel y cánticos angélicos de Vivaldi. Al tercer día olvidamos también, todo el dolor y el sometimiento de ese viernes sangrante y doliente en lo físico y espiritual, de la humillación que el mismo ser humano comete contra ese hombre que dice ser dios.
En un pueblo cerca de Madrás al sur de India observo cómo la comunidad celebra algo que no comprendo, una ceremonia de sacrificio y dolor, esta vez no como un acto de humillación al prójimo sino de alentamiento, de compañía en el dolor, donde la propia persona es su verdugo y mide su propia tolerancia y entrega, interpreto que se trata de un ritual de iniciación de jóvenes, porque las niñas con sus vestiditos de primera comunión llevan su lengua extendida y en ella atravesado un puja o lanza semejante al tridente. Los jóvenes llevan en la piel de la espalda ganchos como anzuelos que traccionan carros o pesos, y algunos adornos de frutas ensartados en el pecho y brazos. Por las mejillas también les atraviesa una lanza cuyos extremos están rematados con guayabas. Algunos , concentrados en su dolor, ignoran la presencia de la cámara, mientras los amigos manifiestan toda su alegría por este evento que tiene la atmósfera del domingo de ramos y del via crucis a la vez. Relaciono tanta devoción a las muertes y destrucciones ocasionadas por el Tsunami del año 2005 en esas costas asiáticas. Me asombro ante el sacrificio de estos jóvenes, su convicción expresada en un acto concreto de entrega. El pasado lunes 2 de abril Las costas de Las Islas Salomón también fueron arrasadas por un Tzunami dejando a su paso una negra cifra de muertes y desapariciones. Así los ciclos comienzan a repetirse, los signos de los tiempos renuevan la creencia en un ser superior que a veces envía bendiciones y a veces expresa su furia , como en los Altísimos de Hugo Correa, donde los cronios estaban a la espera de la gran decisión final de estos seres supremos.